A pesar de las relaciones amistosas, en 2004 Rusia comenzó a darse cuenta de
que China violaba los acuerdos bilaterales y no respetaba los derechos de
propiedad intelectual en la producción militar.
Moscú no ocultó su irritación cuando, sin licencia alguna, China empezó a
fabricar los aviones Shenyang J-11, copia del
Su-27.
A partir de los modelos que tenían a su disposición, los ingenieros chinos
copiaron los aviones rusos incorporando motores, radares y armamentos de
fabricación china. Con la introducción de nuevos parámetros propios, diferentes
de los rusos, los chinos de hecho violaron los acuerdos vigentes con Rusia.
La siguiente acción de China fue comenzar la fabricación sin licencia de los
Su-33, versión naval del los Su-27, lo cual irritó aún más a Rusia. A diferencia
de los Su-27, China ni siquiera había adquirido esos aviones a Rusia. Pekín se
limitó a adquirir un solo aparato de ese tipo a Ucrania y a partir de él comenzó
la clonación del Su-33 bajo el nombre de Shenyang J-15. Tras grandes
inversiones, también comenzó la producción de motores de aviación.
Casi simultáneamente comenzó la fabricación de submarinos a partir de
modificaciones de los modelos que China había comprado a Rusia.
Lo mismo ocurrió con armamentos de defensa antiaérea.
El objetivo de China trato era competir con Rusia en un segmento determinado
del mercado de armas.
Recientemente, Turquía anunció su decisión de adquirir los misiles de defensa
antiaérea chinos FD-200 por un monto calculado en 4.000 millones de dólares.
Aunque bastante peores que su prototipo ruso, el S-300, los sistemas antiaéreos
chinos son mucho más baratos que los rusos y que los
Patriot norteamericanos.
Todo esto condujo a que Moscú perdiera la confianza en su socio y que en el
transcurso de los últimos seis años, Rusia se abstiene de vender a China
producción militar con tecnología moderna. Sigue vendiendo a su vecino asiático
motores de aviación pero al mismo tiempo, rechaza suministrar sus últimas
innovaciones en materia de armamento que en cambio síi vende a países
potencialmente adversarios de China, circunstancia que, a su vez, se impone como
otro factor que impide a China comprar armamento a Rusia.
Las nuevas necesidades de China y la crisis de la cooperación con
Rusia
Actualmente, China tiene planes de comprar a Rusia 10 (según algunas fuentes
hasta 30) aviones Il-76 y al menos 8 aparatos Il-78 y espera la aparición de las
modernizaciones de los Il-476 para adquirir 60 de estos aviones. También tiene
interés de la joya de la ingeniería aeronáutica rusa, el helicóptero Mi-17, tras
comprar el año pasado 50 de estos aparatos.
Entre tanto, hace algunos meses el intento de China de convocar una
licitación de compra sufrió un rotundo fracaso. En particular China expresó
interés por la adquisición del
avión
de combate y ataque Su-35 (al menos 30 unidades), submarinos clase Lada
(versión destinada a reemplazar los sumergibles de la clase Kilo), misiles
antibuque Yájont, variante de exportación de los Onix, y otro tipo de
armamento.
Sin embargo, Rusia rechazó la propuesta, insistiendo en que los
chinos violan la propiedad intelectual y exige el pago de pérdidas por la
fabricación ilegal de los cazas Su-27 y Su-33 bajo la denominación china de J-11
y J-15.
Rusia no confía en China, no la considera un socio estratégico de fiar en la
cooperación militar. Posiblemente por esta razón, al proponer la adquisición de
su armamento más moderno a adversarios de China, como la India o Vietnam. Moscú
impone barreras adicionales para vender armas a Pekín, mientras
especialistas rusos trabajan con sus colegas indios trabajan para
el perfeccionamiento del caza quinta generación T-50.
Al modernizar su propio caza de quinta generación J-20, los ingenieros chinos
difícilmente tendrán la oportunidad de conocer la tecnología que tiene el modelo
ruso, eso mismo se puede decir sobre los submarinos diésel de la clase Lada, los
submarinos nucleares Akula, entre otras cosas ya han sido exportados a la India,
los misiles antibuque Yájont y los modelos modernizados de los
sistemas de defensa antiaérea S-300, los nuevos cazas
bombardeos Su-35 y MiG -35 y muchos otros modelos de armamento ruso.
Pekín tampoco oculta sus apetitos respecto a los bombarderos Tu-22 y los
bombarderos tácticos Tu-160, sin embargo, teniendo en cuenta la postura rusa y
su experiencia negativa con los colegas chinos, es poco probable que China tenga
la oportunidad de comprar esos aviones.
China no logró completar sus planes de independizarse de Rusia en el terreno
de tecnologías militares. El plan de organizar la producción propia de motores
para los J-10 y los J-15 fracasó. En la mayoría de los demás casos, los motores
de producción china tienen características similares a los análogos rusos.
Conclusión
Está claro que Rusia seguirá vendiendo a China ciertos tipos de armamento,
pues los beneficios de contratos son bien altos. Por su parte, China necesita
mucho a Rusia, especialmente motores de aviación.
A pesar de las grandes inversiones chinas para disminuir su dependencia y el
desarrollo de la cooperación con otros productores como por ejemplo Ucrania,
China al igual que antes necesita de la cooperación tecnológica con Rusia.
Al mismo tiempo, la desconfianza hacia China por la copia no autorizada de
productos y el robo de los inventos rusos explica los temores de Moscú de que
Pekín pueda convertirse en un serio competidor en el mercado mundial de
armas.
Cabe agregar que también reduce las perspectivas de la cooperación militar
ruso-china la estrecha colaboración de Rusia con la India y Vietnam, que
intentan reducir la influencia de China.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
fuente: www.ria.ru