Gibraltar y Malvinas son una "aberración", dice The Guardian
El Imperio británico "ya no existe" y conservar estos territorios "no es más que una reliquia del pasado", que "niega la lógica de la historia", sostiene Simon Jenkins, escritor y editorialista del prestigioso diario inglés
A raíz de la tensión
resurgida en estos días entre España y Gran Bretaña por el Peñón de Gibraltar -un enclave en territorio español que Londres
ocupa desde 1704-, el editorialista del Guardian –que también es
periodista en el Sunday Times y en la BBC- escribió una dura editorial en la que denuncia además que "la Roca", como
se denomina también a esta colonia, tiene "un éxito floreciente" como
"paraíso fiscal".
Jenkins ironiza sobre el "orgullo nacional, espoleado aún por el espíritu olímpico" que "infla los pechos y humedece los ojos" en toda la nación británica, ante la partida de naves de guerra a patrullar las costas de Gibraltar. "El Imperio Británico (ha) desaparecido, está muerto y enterrado, terminado –sostiene- y la sola idea de una nave británica destinada a amenazar a España es ridícula. ¿Se supone que bombardeará Cádiz?".
Dice entonces Jenkins que, del "examen de la situación de las colonias británicas actualmente disputadas, Gibraltar y Malvinas", surgen sólo dos conclusiones: o bien la posición inglesa tiene bases sólidas en el derecho internacional, o bien "todo esto no es hoy más que una completa aberración".
Él se inclina evidentemente por lo segundo: "Los Estados-nación del siglo XXI ya no sufren la humillación de ser amputados por esos restos de imperios que datan de los siglos XVIII-XIX -escribe. Hoy, la misma realpolitik impone su desmantelamiento".
A continuación, expone la duplicidad de la corona inglesa respecto de la cuestión colonial: "Va de suyo que los habitantes de esas colonias tienen derecho a la consideración, pero nunca se ha visto a esos derechos ganarle al realismo político. Por otra parte, ésa no fue nunca la posición de Gran Bretaña. (...) No nos tomamos el trabajo de consultar a la población de Hong Kong o de Diego García, sin mencionar siquiera la idea de acordarles la 'autodeterminación', cuando Gran Bretaña decidió arrojarlas al olvido de la Historia".
Recuerda por ejemplo Jenkins que Hong Kong fue devuelta a China en 1997 y Diego García entregada al Pentágono en 1973. A los habitantes de Hong Kong, Londres les negó el pasaporte inglés, y a los de Diego García los deportó a Isla Mauricio y a Seychelles.
Luego asegura que los países sobreviven a la pérdida de sus colonias y pone el ejemplo de Francia y Portugal. Sobre éste último recuerda el caso de Goa, un pequeño estado de la India que los portugueses ocupaban desde el siglo XVI y se negaban a devolver, incluso después de que India declarara su independencia en 1947. Finalmente, los indios lo recuperaron por la fuerza en 1961. Dice Jenkins: "La comunidad internacional no protestó. No es por lo tanto una casualidad que el [primer] plan de invasión a Malvinas por la Argentina en 1982 haya sido bautizado 'operación Goa': Buenos Aires imaginaba que esto también pasaría como un simple pequeño reordenamiento post-imperial".
"Las últimas reliquias del Imperio Británico –agrega Jenkins- sobreviven hoy en los intersticios de la economía mundial. Se cuentan entre los grandes ganadores de la hemorragia fiscal permitida por la mundialización financiera; muchas de ellas se han convertido en sinónimo de sinvergüenzadas". Y recuerda las quejas de España por el oscuro rol del Peñón en toda clase de tráficos y en el lavado de dinero.
"Mientras sigan negando la lógica de la Historia y de la geografía, ni Gibraltar ni las Malvinas estarán realmente 'seguras'. Un día de éstos, estas reliquias de otro tiempo terminarán por fundirse de nuevo con sus territorios naturales y cesarán de ser granos de arena en los engranajes de las relaciones internacionales", concluye Jenkins.
fuente:www.infobae.com
Jenkins ironiza sobre el "orgullo nacional, espoleado aún por el espíritu olímpico" que "infla los pechos y humedece los ojos" en toda la nación británica, ante la partida de naves de guerra a patrullar las costas de Gibraltar. "El Imperio Británico (ha) desaparecido, está muerto y enterrado, terminado –sostiene- y la sola idea de una nave británica destinada a amenazar a España es ridícula. ¿Se supone que bombardeará Cádiz?".
Dice entonces Jenkins que, del "examen de la situación de las colonias británicas actualmente disputadas, Gibraltar y Malvinas", surgen sólo dos conclusiones: o bien la posición inglesa tiene bases sólidas en el derecho internacional, o bien "todo esto no es hoy más que una completa aberración".
Él se inclina evidentemente por lo segundo: "Los Estados-nación del siglo XXI ya no sufren la humillación de ser amputados por esos restos de imperios que datan de los siglos XVIII-XIX -escribe. Hoy, la misma realpolitik impone su desmantelamiento".
A continuación, expone la duplicidad de la corona inglesa respecto de la cuestión colonial: "Va de suyo que los habitantes de esas colonias tienen derecho a la consideración, pero nunca se ha visto a esos derechos ganarle al realismo político. Por otra parte, ésa no fue nunca la posición de Gran Bretaña. (...) No nos tomamos el trabajo de consultar a la población de Hong Kong o de Diego García, sin mencionar siquiera la idea de acordarles la 'autodeterminación', cuando Gran Bretaña decidió arrojarlas al olvido de la Historia".
Recuerda por ejemplo Jenkins que Hong Kong fue devuelta a China en 1997 y Diego García entregada al Pentágono en 1973. A los habitantes de Hong Kong, Londres les negó el pasaporte inglés, y a los de Diego García los deportó a Isla Mauricio y a Seychelles.
Luego asegura que los países sobreviven a la pérdida de sus colonias y pone el ejemplo de Francia y Portugal. Sobre éste último recuerda el caso de Goa, un pequeño estado de la India que los portugueses ocupaban desde el siglo XVI y se negaban a devolver, incluso después de que India declarara su independencia en 1947. Finalmente, los indios lo recuperaron por la fuerza en 1961. Dice Jenkins: "La comunidad internacional no protestó. No es por lo tanto una casualidad que el [primer] plan de invasión a Malvinas por la Argentina en 1982 haya sido bautizado 'operación Goa': Buenos Aires imaginaba que esto también pasaría como un simple pequeño reordenamiento post-imperial".
"Las últimas reliquias del Imperio Británico –agrega Jenkins- sobreviven hoy en los intersticios de la economía mundial. Se cuentan entre los grandes ganadores de la hemorragia fiscal permitida por la mundialización financiera; muchas de ellas se han convertido en sinónimo de sinvergüenzadas". Y recuerda las quejas de España por el oscuro rol del Peñón en toda clase de tráficos y en el lavado de dinero.
"Mientras sigan negando la lógica de la Historia y de la geografía, ni Gibraltar ni las Malvinas estarán realmente 'seguras'. Un día de éstos, estas reliquias de otro tiempo terminarán por fundirse de nuevo con sus territorios naturales y cesarán de ser granos de arena en los engranajes de las relaciones internacionales", concluye Jenkins.
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