Platillos volantes y misiones nazis a la Luna desde América
del Sur
Juan Antonio Sanz
Ilustración del presunto OVNI que habrían
construido los nazis. (Wikimedia Commons)Madrid, 22 jun
(EFE).- Sudamérica se convirtió, en la II Guerra Mundial, en un campo de
experimentación tecnológica de los nazis, con colonias en Argentina, Chile o
Brasil donde desarrollaron armas secretas increíblemente avanzadas que podrían
haber cambiado el curso de la contienda y de la historia.
Tales tecnologías incluían motores capaces de vencer la gravedad aplicados a
naves de forma circular, fuentes de energía desconocidas por los aliados con la
meta de viajar a la Luna e investigaciones nucleares que apuntaban a un
inminente desarrollo de una bomba atómica que el fin de la guerra, en 1945,
frustró.
Esta es la tesis del autor español Felipe Botaya, quien acaba de completar su
tetralogía sobre tecnología secreta nazi con el libro "Kolonie Waldner 555"
(Nowtilus), en el que expone el papel de esos asentamientos alemanes en
Sudamérica, amparados por las autoridades locales y algunos de los cuales
pudieron sobrevivir a la guerra.
Según Botaya, los laboratorios que las SS tenían en la frontera de Brasil con
Argentina y Paraguay, en la Patagonia argentina o en los Andes chilenos formaron
parte de un plan maestro cuyo epicentro estaba en una mina cercana a la aldea de
Ludwigsdorf, junto a la frontera checa, entre los Sudetes y la Baja Silesia.
Foto de pasaporte del doctor Hans Kammler.
(Wikimedia Commons)"Utilizaron una física exótica que no
tiene nada que ver con la que llamaban la física judía, de Albert Einstein y
Robert Oppenheimer. Hicieron descubrimientos muy innovadores para aquel momento
y que incluso lo serían en la época actual, como la 'campana', Die Glocke",
explica Botaya en una entrevista con Efe.
Este artilugio, de cuya existencia hay muchos testimonios pero cuyo rastro se
desvaneció al finalizar la guerra, consistía en una estructura de tres metros de
diámetro y cuatro de altura con forma de campana, en la que giraban dos
cilindros con un elemento similar al mercurio, el xerum 525, muy radiactivo.
La tecnología de "Die Glocke" provocaría, refiere Botaya, una fuerza
antigravitatoria que, aplicada a la aeronáutica, permitiría alcanzar velocidades
sin parangón.
Este invento y la supervivencia de bases nazis explicaría fenómenos como el
de los ovnis o la extraña y masiva expedición militar lanzada por Estados Unidos
sobre la Antártida dos años después de finalizada la guerra.
"No tengo ninguna duda de que el fenómeno ovni tiene un origen terrestre.
Otra cosa es que nos lo hayan vendido como 'marciano'", afirma Botaya, también
autor de "Antártida 1947", "Operación Hagen" y "Kronos".
El escritor relata que, "hasta los años cincuenta, pudo existir un centro de
poder nazi en el mundo posiblemente en la Antártida o Groenlandia. Estas bases
fueron abandonadas y se recuperaron las que los alemanes tenían en Sudamérica",
donde había una gran infraestructura desde antes de la contienda.
Documento firmado por Kammler, el último rastro que
se tiene del doctor nazi. (Wikimedia Commons)"La base
principal de los nazis en Sudamérica era la brasileña Kolonie Waldner 555 (la
cifra era el número de afiliación nazi de Martin Bormann, mano derecha de
Hitler). Sólo esa colonia tenía la clave del proyecto", precisa.
Ya en 1941, hubo un informe de la inteligencia estadounidense que advertía
sobre la amplia presencia de fuerzas alemanas en América del Sur, lo que llevó,
dice Botaya, a crear las bases de EEUU en Brasil, "para contrarrestar esa
amenaza, que sobrevivió al conflicto".
EEUU "siempre supo lo que pasaba y lo manipuló con la histeria ovni.
Intentaron incluso fabricar sus propios platillos volantes, pero no llegaron al
nivel de los alemanes. Eran motores de combustión interna frente a los basados
en la antigravedad", subraya.
El cerebro de la ofensiva tecnológica nazi, el general de las SS Hans Kammler
(desaparecido misteriosamente en abril de 1945) "dio tal acelerón a las
investigaciones tras el atentado contra Hitler de julio de 1944, que es difícil
imaginar lo que habría ocurrido si tal impulso se hubiera producido en 1939; la
historia ahora sería distinta".
En su libro, Botaya novela la eventualidad de que estas fuerzas nazis, "que
tras la guerra se ocultaron en poderosas corporaciones multinacionales",
hubieran alcanzado la Luna ya en 1945 desde Colonia Dignidad, en Chile.
Tal idea, según el autor, alimenta las dudas sobre la misión del Apolo XI y
el que, estando el satélite tan cerca de la Tierra, americanos y rusos
interrumpieran hace casi cuatro décadas la exploración lunar.
"¿Para qué construir una estación espacial internacional, desplegando una
ingeniería colosal en el espacio, cuando puedes ocupar una base natural como es
la propia Luna, a la que se tarda en llegar apenas tres días? Quizá porque
alguien ya lo hizo antes", concluye. EFE
Fuente:www.yahoo.com/noticias