jueves, 8 de mayo de 2014

Crean comando especial para controlar vuelos sobre el espacio aéreo

Por: Edgardo Aguilera


A tono con la tendencia en la región, el Gobierno creó el Comando Subordinado Aeroespacial (CSA) con el objetivo de establecer y regular acciones y procedimientos para el control, la vigilancia y la defensa del espacio aéreo nacional en ejercicio de su soberanía. Extraña denominación la de "comando subordinado" que enfatiza una cualidad inmanente a la función.

Bolivia puso en vigencia el suyo denominado Comando de Defensa Aeroespacial en abril pasado, Venezuela lo tiene desde 2012 con el nombre de Comando de Defensa Aeroespacial Integral. 

La aparición de este nuevo comando con asiento en la Ciudad de Buenos Aires responde, entre otras cosas, a una prevención global que surgió tras el ataque en los Estados Unidos a las Torres Gemelas y al Pentágono. El episodio mostró al mundo cómo con vuelos furtivos se puede poner en jaque al poder central (Gobierno) de un país. Contribuyó también la urgencia de un dato alarmante vinculado al narcotráfico que brindaron el secretario de Seguridad, Sergio Berni, y la ministra Cecilia Rodríguez ante la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Órganos y Actividades de Seguridad Interior: "Tenemos relevadas 500 pistas clandestinas", dijo Berni. La sospecha de los organismos de inteligencia no atribuye la utilización de esas pistas sólo al tráfico de estupefacientes. 

La decisión política de avanzar en ese camino quedó plasmada en la Resolución Nº 230 firmada por el ministro de Defensa, Agustín Rossi. En los fundamentos que dieron origen al CSA se cita el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial, creado en 2004 por el Decreto N° 1.407, cuyo objetivo es salvaguardar los intereses vitales de la Nación. Al amparo de ese decreto surgió luego el Plan de Radarización, con el propósito de dotar a la Fuerza Aérea de los equipos necesarios para establecer un paraguas de detección radar a lo largo de todo el país. En ese marco se estableció el operativo Fortín II de las Fuerzas Armadas en el noreste y el noroeste, contribuyente al Plan Escudo Norte del Ministerio de Seguridad de combate al narcotráfico, contrabando de mercaderías y tráfico de personas. 

La misión del flamante Comando Subordinado Aeroespacial (CSA) es "ejecutar las operaciones de vigilancia y control que el Poder Ejecutivo disponga desplegar", dice la norma. 

Contrario sensu al tenor y el ambiente donde se desarrollan esas operaciones que son de exclusiva competencia de la Fuerza Aérea, el nuevo organismo quedó dentro de la estructura del Estado Mayor Conjunto (EMC) cuyo jefe es el general Luis María Carena y subordinado al comandante operacional del Estado Mayor Conjunto, cargo que ejerce el general de Aviación del Ejército, Ricardo Cundom. El texto establece que el puesto de CSA será ocupado por un oficial superior de la Fuerza Aérea. Si se mira con el prisma de la distribución del poder interno se diría que el Ejército suma un espacio más al que ganó en el área de inteligencia el teniente general César Milani, titular del arma. El general Carena estudia legajos de los posibles candidatos de la Fuerza Aérea que aspiran al nuevo comando.

La Argentina fue pionera en este tipo de estructura, disponía de un Comando de Defensa Aérea con aviones Mirage M 3 basados en Moreno listos a intervenir ante cualquier incursión del espacio aéreo en el área central del país con foco en Buenos Aires, en resguardo de los centros de poder político. Fue disuelto en el marco de la reestructuración militar que lanzó el entonces presidente Raúl Alfonsín, los Mirage se redesplegaron a Tandil, donde aún tienen su base. 

El CSA verá la luz -si se aprueba el presupuesto y su orgánica- en 90 días, que se cumplen a principios de junio. La puesta en vigencia reabrirá un debate: la Argentina carece de ley de interceptación (mal llamada de derribo), instrumento legal que en esencia fija los procedimientos de interceptación de una aeronave con el propósito de identificarla, brindarle ayuda, obligarla a retornar a su ruta u obligarla a aterrizar. En última instancia, agotadas las medidas preventivas, disuasivas y coercitivas, previa advertencia, se acude al empleo de las armas.
fuente: www.ambito.com

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