Historia de amor, odio y traición: la cooperación militar de Moscú y Pekín
17:00
16/01/2014
Armando Pérez, RIA Novosti
A pesar de las relaciones amistosas, en 2004 Rusia comenzó a darse cuenta de
que China violaba los acuerdos bilaterales y no respetaba los derechos de
propiedad intelectual en la producción militar.
Moscú no ocultó su irritación cuando, sin licencia alguna, China empezó a fabricar los aviones Shenyang J-11, copia del Su-27.
A partir de los modelos que tenían a su disposición, los ingenieros chinos copiaron los aviones rusos incorporando motores, radares y armamentos de fabricación china. Con la introducción de nuevos parámetros propios, diferentes de los rusos, los chinos de hecho violaron los acuerdos vigentes con Rusia.
La siguiente acción de China fue comenzar la fabricación sin licencia de los Su-33, versión naval del los Su-27, lo cual irritó aún más a Rusia. A diferencia de los Su-27, China ni siquiera había adquirido esos aviones a Rusia. Pekín se limitó a adquirir un solo aparato de ese tipo a Ucrania y a partir de él comenzó la clonación del Su-33 bajo el nombre de Shenyang J-15. Tras grandes inversiones, también comenzó la producción de motores de aviación.
Casi simultáneamente comenzó la fabricación de submarinos a partir de modificaciones de los modelos que China había comprado a Rusia.
Lo mismo ocurrió con armamentos de defensa antiaérea.
El objetivo de China trato era competir con Rusia en un segmento determinado del mercado de armas.
Recientemente, Turquía anunció su decisión de adquirir los misiles de defensa antiaérea chinos FD-200 por un monto calculado en 4.000 millones de dólares. Aunque bastante peores que su prototipo ruso, el S-300, los sistemas antiaéreos chinos son mucho más baratos que los rusos y que los Patriot norteamericanos.
Todo esto condujo a que Moscú perdiera la confianza en su socio y que en el transcurso de los últimos seis años, Rusia se abstiene de vender a China producción militar con tecnología moderna. Sigue vendiendo a su vecino asiático motores de aviación pero al mismo tiempo, rechaza suministrar sus últimas innovaciones en materia de armamento que en cambio síi vende a países potencialmente adversarios de China, circunstancia que, a su vez, se impone como otro factor que impide a China comprar armamento a Rusia.
Las nuevas necesidades de China y la crisis de la cooperación con Rusia
Actualmente, China tiene planes de comprar a Rusia 10 (según algunas fuentes hasta 30) aviones Il-76 y al menos 8 aparatos Il-78 y espera la aparición de las modernizaciones de los Il-476 para adquirir 60 de estos aviones. También tiene interés de la joya de la ingeniería aeronáutica rusa, el helicóptero Mi-17, tras comprar el año pasado 50 de estos aparatos.
Entre tanto, hace algunos meses el intento de China de convocar una licitación de compra sufrió un rotundo fracaso. En particular China expresó interés por la adquisición del avión de combate y ataque Su-35 (al menos 30 unidades), submarinos clase Lada (versión destinada a reemplazar los sumergibles de la clase Kilo), misiles antibuque Yájont, variante de exportación de los Onix, y otro tipo de armamento.
Sin embargo, Rusia rechazó la propuesta, insistiendo en que los chinos violan la propiedad intelectual y exige el pago de pérdidas por la fabricación ilegal de los cazas Su-27 y Su-33 bajo la denominación china de J-11 y J-15.
Rusia no confía en China, no la considera un socio estratégico de fiar en la cooperación militar. Posiblemente por esta razón, al proponer la adquisición de su armamento más moderno a adversarios de China, como la India o Vietnam. Moscú impone barreras adicionales para vender armas a Pekín, mientras especialistas rusos trabajan con sus colegas indios trabajan para el perfeccionamiento del caza quinta generación T-50.
Al modernizar su propio caza de quinta generación J-20, los ingenieros chinos difícilmente tendrán la oportunidad de conocer la tecnología que tiene el modelo ruso, eso mismo se puede decir sobre los submarinos diésel de la clase Lada, los submarinos nucleares Akula, entre otras cosas ya han sido exportados a la India, los misiles antibuque Yájont y los modelos modernizados de los sistemas de defensa antiaérea S-300, los nuevos cazas bombardeos Su-35 y MiG -35 y muchos otros modelos de armamento ruso.
Pekín tampoco oculta sus apetitos respecto a los bombarderos Tu-22 y los bombarderos tácticos Tu-160, sin embargo, teniendo en cuenta la postura rusa y su experiencia negativa con los colegas chinos, es poco probable que China tenga la oportunidad de comprar esos aviones.
China no logró completar sus planes de independizarse de Rusia en el terreno de tecnologías militares. El plan de organizar la producción propia de motores para los J-10 y los J-15 fracasó. En la mayoría de los demás casos, los motores de producción china tienen características similares a los análogos rusos.
Conclusión
Está claro que Rusia seguirá vendiendo a China ciertos tipos de armamento, pues los beneficios de contratos son bien altos. Por su parte, China necesita mucho a Rusia, especialmente motores de aviación.
A pesar de las grandes inversiones chinas para disminuir su dependencia y el desarrollo de la cooperación con otros productores como por ejemplo Ucrania, China al igual que antes necesita de la cooperación tecnológica con Rusia.
Al mismo tiempo, la desconfianza hacia China por la copia no autorizada de productos y el robo de los inventos rusos explica los temores de Moscú de que Pekín pueda convertirse en un serio competidor en el mercado mundial de armas.
Cabe agregar que también reduce las perspectivas de la cooperación militar ruso-china la estrecha colaboración de Rusia con la India y Vietnam, que intentan reducir la influencia de China.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
fuente: www.ria.ru
Moscú no ocultó su irritación cuando, sin licencia alguna, China empezó a fabricar los aviones Shenyang J-11, copia del Su-27.
A partir de los modelos que tenían a su disposición, los ingenieros chinos copiaron los aviones rusos incorporando motores, radares y armamentos de fabricación china. Con la introducción de nuevos parámetros propios, diferentes de los rusos, los chinos de hecho violaron los acuerdos vigentes con Rusia.
La siguiente acción de China fue comenzar la fabricación sin licencia de los Su-33, versión naval del los Su-27, lo cual irritó aún más a Rusia. A diferencia de los Su-27, China ni siquiera había adquirido esos aviones a Rusia. Pekín se limitó a adquirir un solo aparato de ese tipo a Ucrania y a partir de él comenzó la clonación del Su-33 bajo el nombre de Shenyang J-15. Tras grandes inversiones, también comenzó la producción de motores de aviación.
Casi simultáneamente comenzó la fabricación de submarinos a partir de modificaciones de los modelos que China había comprado a Rusia.
Lo mismo ocurrió con armamentos de defensa antiaérea.
El objetivo de China trato era competir con Rusia en un segmento determinado del mercado de armas.
Recientemente, Turquía anunció su decisión de adquirir los misiles de defensa antiaérea chinos FD-200 por un monto calculado en 4.000 millones de dólares. Aunque bastante peores que su prototipo ruso, el S-300, los sistemas antiaéreos chinos son mucho más baratos que los rusos y que los Patriot norteamericanos.
Todo esto condujo a que Moscú perdiera la confianza en su socio y que en el transcurso de los últimos seis años, Rusia se abstiene de vender a China producción militar con tecnología moderna. Sigue vendiendo a su vecino asiático motores de aviación pero al mismo tiempo, rechaza suministrar sus últimas innovaciones en materia de armamento que en cambio síi vende a países potencialmente adversarios de China, circunstancia que, a su vez, se impone como otro factor que impide a China comprar armamento a Rusia.
Las nuevas necesidades de China y la crisis de la cooperación con Rusia
Actualmente, China tiene planes de comprar a Rusia 10 (según algunas fuentes hasta 30) aviones Il-76 y al menos 8 aparatos Il-78 y espera la aparición de las modernizaciones de los Il-476 para adquirir 60 de estos aviones. También tiene interés de la joya de la ingeniería aeronáutica rusa, el helicóptero Mi-17, tras comprar el año pasado 50 de estos aparatos.
Entre tanto, hace algunos meses el intento de China de convocar una licitación de compra sufrió un rotundo fracaso. En particular China expresó interés por la adquisición del avión de combate y ataque Su-35 (al menos 30 unidades), submarinos clase Lada (versión destinada a reemplazar los sumergibles de la clase Kilo), misiles antibuque Yájont, variante de exportación de los Onix, y otro tipo de armamento.
Sin embargo, Rusia rechazó la propuesta, insistiendo en que los chinos violan la propiedad intelectual y exige el pago de pérdidas por la fabricación ilegal de los cazas Su-27 y Su-33 bajo la denominación china de J-11 y J-15.
Rusia no confía en China, no la considera un socio estratégico de fiar en la cooperación militar. Posiblemente por esta razón, al proponer la adquisición de su armamento más moderno a adversarios de China, como la India o Vietnam. Moscú impone barreras adicionales para vender armas a Pekín, mientras especialistas rusos trabajan con sus colegas indios trabajan para el perfeccionamiento del caza quinta generación T-50.
Al modernizar su propio caza de quinta generación J-20, los ingenieros chinos difícilmente tendrán la oportunidad de conocer la tecnología que tiene el modelo ruso, eso mismo se puede decir sobre los submarinos diésel de la clase Lada, los submarinos nucleares Akula, entre otras cosas ya han sido exportados a la India, los misiles antibuque Yájont y los modelos modernizados de los sistemas de defensa antiaérea S-300, los nuevos cazas bombardeos Su-35 y MiG -35 y muchos otros modelos de armamento ruso.
Pekín tampoco oculta sus apetitos respecto a los bombarderos Tu-22 y los bombarderos tácticos Tu-160, sin embargo, teniendo en cuenta la postura rusa y su experiencia negativa con los colegas chinos, es poco probable que China tenga la oportunidad de comprar esos aviones.
China no logró completar sus planes de independizarse de Rusia en el terreno de tecnologías militares. El plan de organizar la producción propia de motores para los J-10 y los J-15 fracasó. En la mayoría de los demás casos, los motores de producción china tienen características similares a los análogos rusos.
Conclusión
Está claro que Rusia seguirá vendiendo a China ciertos tipos de armamento, pues los beneficios de contratos son bien altos. Por su parte, China necesita mucho a Rusia, especialmente motores de aviación.
A pesar de las grandes inversiones chinas para disminuir su dependencia y el desarrollo de la cooperación con otros productores como por ejemplo Ucrania, China al igual que antes necesita de la cooperación tecnológica con Rusia.
Al mismo tiempo, la desconfianza hacia China por la copia no autorizada de productos y el robo de los inventos rusos explica los temores de Moscú de que Pekín pueda convertirse en un serio competidor en el mercado mundial de armas.
Cabe agregar que también reduce las perspectivas de la cooperación militar ruso-china la estrecha colaboración de Rusia con la India y Vietnam, que intentan reducir la influencia de China.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
fuente: www.ria.ru
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